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  • Writer's pictureMauricio Cardona

RETOS DEL LIDERAZGO PARA ESTOS TIEMPOS 1

Updated: Jan 25, 2021




“Una especie lo suficientemente capaz de provocar el cambio climático, también es

capaz de detener el cambio climático, pero solo si nos damos cuenta de nuestros

errores a tiempo - y ese momento es ahora, porque más tarde será demasiado tarde.”

Abhijit Naskar


El principal desafió que tenemos los seres humanos hoy en día es el de revalorar la vida y hacerle frente al daño ecológico (y cambio climático) antrópicamente inducido, a través de la acogida que demos al futuro emergente. Implica que escuchemos el llamado que nos hace la vida con el Covid-19, por ejemplo. Nuestra supervivencia está en juego. Este desafío debe ser acogido por todos los líderes del planeta so pena de que sea demasiado tarde.


El daño ecológico consiste en la alteración de la relación de equilibrio dinámico que hay entre los elementos constituyentes de la madre naturaleza (del “orden” natural de las cosas y de la vida, que han sido creadas en el proceso evolutivo). Dentro de la dinámica multicausal y no lineal propia del universo, la actual alteración sistémica de una serie de variables interdependientes y complejas, es un resultado que ha sido causado por el hombre. Y, cuando comprendamos mejor la dinámica de esta relación de causa-efecto, entenderemos que el proceso conlleva implícitamente la forma adecuada de enfrentarlo. Hay que ir a las raíces causales.


Al tiempo que este daño avanza, se está dando a nivel planetario, un gran cambio de paradigma (con la pandemia acelerando el proceso). Un cambio de paradigma que, como hemos mencionado en escritos anteriores, ha tenido que ver con el agotamiento de un paradigma que está íntimamente relacionado con el cambio climático y el daño ecológico. Un proceso entra en declive, debido a las consecuencias que produjo, y otro proceso de renacimiento emerge en la búsqueda de reestablecer el equilibrio dinámico de la naturaleza, que es el que permite la cocreación continua. Vivimos hoy en medio de la tensión entre dos tendencias o procesos, uno de muerte y otro de nacimiento (emergencia). Debemos comprender esta dinámica, optar decididamente y actuar en consecuencia.


El daño climático, visto como una reacción del planeta viviente, puede ser entendido como una información de retorno que recibimos los humanos indicándonos que debemos repensarnos como habitantes del planeta, y que debemos replantear en forma profunda los fundamentos sociales, políticos y económicos de nuestra sociedad, así como todas las agendas de desarrollo que hasta ahora hemos creído válidas.


A continuación se describe esta visión, desde una perspectiva general, a través de tres grandes puntos: de las causas, de las consecuencias, y de los retos y desafíos para los líderes de este siglo. Se publica en dos entregas debido a su extensión.


De las causas


Parece adecuado sustentar que el daño ecológico es el resultado de:


  • Las acciones del hombre, y las decisiones humanas. Esta pandemia la causamos nosotros con nuestra forma de vivir. Usualmente se denomina “cambio climático antrópicamente inducido”.

  • Una forma de consciencia que nos sitúa como habitantes de un mundo externo a nosotros mismos, o en un tiempo distante al presente (futuro o pasado); es una consciencia ausente y externa, movida solo por una forma de pensar automática, mecánica y ajena (enajenada). Al no estar habituada a entrar en contacto con nuestra realidad interior produce alta inconsciencia sobre nuestros puntos ciegos.

  • La incomprensión e ignorancia generalizada sobre quiénes somos y sobre la forma cómo la vida se mueve y actúa. Somos los más grandes desconocidos para nosotros mismos.

  • Muchas decisiones (ejecutivas) funestas de muchos dirigentes con poder de influir aceleradamente el destino de sociedades enteras, a lo largo de la historia reciente.

  • Una cosmovisión que ve al mundo como una cosa; una gran cosa que funciona como un gran mecanismo de partes, cada una explicándose en sí misma, siendo muy distinta a cada una de las demás, y solo en relación funcional. Un mundo que se ve como muerto, no un mundo vivo. En esta visión el mundo no se concibe como un supra organismo (Gaia). En esta cosmovisión:

- La vida no se ama ni se respeta tanto como se debiera. Eliminar formas de vida

resulta relativamente fácil para muchos (lo cual hacemos de formas muy sutiles)

al punto de que aniquilamos diversas formas, todas necesarias en el ecosistema.

- Los seres vivientes, que constituyen el mundo natural, no se ven como

expresiones de una misma esencia de la vida.

- No se ven como una unidad integrada (un todo), y que operan

interdependientemente en relaciones de colaboración.

  • Es el resultado de una concepción de la realidad, en la que los seres vivos del macrosistema natural se ven como que solo luchan por sobrevivir y, por consiguiente, compitiendo por recursos escasos por lo que necesitan superar y derrotar a los demás. De ahí que se llega a ver como necesario y deseable el dominar, controlar, y vencer (“divide y vencerás”).

  • Esta visión competitiva está muy en el centro de la actual cultura, la cual se fue organizando (estructurando), en la historia, de tal manera que se garantizara que el triunfar sobre los otros fuera lo deseable. Para lograrlo lo fundamentó en un sistema de supuestos, valores y creencias que hoy priman en el paradigma dominante. El paradigma de la escases, de la competencia y de ser los primeros.

  • Pero sobre todas las anteriores consideraciones, basadas en evidencia tanto de la ciencia como de la experiencia personal de cualquiera de nosotros, prima un factor causal inculturado en la sociedad de hoy en día: la ausencia de un propósito trascendente y de una concepción no materialista de la existencia.


De las consecuencias


Esta cosmovisión, y la correspondiente forma que adopta nuestra consciencia, ha tenido importantes consecuencias:


  • La insensibilidad (y dureza) que nos blinda a sentir el fuego natural de nuestros corazones, correspondiendo con la turbulencia generalizada que domina nuestras vidas.

  • Las graves disrupciones y brechas generalizadas que son muy características en una gran porción de la sociedad de hoy. Es el hombre (su cultura) yendo contra el estado natural (“el hombre en rumbo de colisión” como anotó Manfred Max Neef). Por ello el estado de serenidad y de quietud, que nos permite acceder a la consciencia integral y al saber profundo (sabiduría), nos resulta extraño en el actual camino de la vida.

  • Una insostenibilidad generalizada de muchísimas formas de vida, que sistémicamente se necesitan entre sí, alterando quizás la sostenibilidad de nuestra propia especie (o de una gran porción de la totalidad de la vida).

  • Una gran parte del mundo organizacional y empresarial funcionando en muy baja sintonía con la vida y con el cosmos. Para trabajar dentro de esa lógica, y para que funcionemos así, nos ha instruido la “madre cultura”, a través de todos los limitados sistemas educativos que ha desarrollado modernamente; que son sistemas que no consultan las leyes de la vida y que no fomentan la imaginación, la creatividad, y la participación cocreadora, para la sintonización necesaria con la vida.


Y como se explicó en un artículo anterior, la formación para dirigentes del siglo 21 necesita ser refrescada buscando que el eje axial y estructurante sea precisamente la re-sintonización de la labor gerencial con la naturaleza y con la vida.



En la próxima entrega completaremos el desarrollo de estas ideas.


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