Los macro cambios culturales parece que se dan primero en el campo del Inconsciente colectivo de la humanidad. Luego, personas sensibles y en proceso de despertar se empiezan a dar cuenta que es posible ver y comprender el mundo de otra manera. Inician un proceso de investigar y modelar nuevas formas de vida, y se van dando cuenta de que otro mundo es posible; dichos pensadores son quienes ejercen bien su libertad y que no están muy comprometidos con el statu quo, es decir con el establecimiento, o el paradigma establecido, e imperante. Ya muchas comunidades ancestrales, portadoras de una gran sabiduría estaban instaladas en otra manera de ver y comprender la realidad que las llevaba a vivir en un relacionamiento armónico con el mundo natural. El cambio de paradigma, o un gran cambio cultural en personas y grupos sociales de la humanidad se está manifestando desde hace ya mucho tiempo. Es el denominado paradigma emergente o nuevo paradigma.
En este paradigma, y en el correspondiente estado de consciencia, los investigadores y muchas personas sensibles empiezan a darse cuenta de que el rumbo que llevamos como sociedad humana planetaria, dentro del paradigma establecido, nos va a conducir a graves disrupciones del equilibrio dinámico en que naturalmente existen los diferentes seres que surgieron en la evolución de la vida. De que ese rumbo es un proceso cultural macro sistémico muy enraizado que va directamente en contra de dicho equilibrio dinámico de la vida. Es un sistema cultural que ha favorecido el bien y lucro personal por encima del bien común, alterando lentamente la armonía y convivencia natural de la vida.
El daño ecológico, antrópicamente inducido, hace bastante tiempo se veía venir y se predijo de muchas maneras. La crisis surge porque la cultura posee sus propios mecanismos de autopreservación y conservación buscando mantener la estabilidad de tal manera que no haya grandes revoluciones en el pensamiento que alterarían el orden establecido. Aquí la entropía hace visible la crisis.
Así las cosas, las personas, que desde posiciones de influencia y gobierno, han estado consciente o inconscientemente muy comprometidas con el orden establecido, tratan de dominar los hilos del control social para la preservación del paradigma imperante y para defender el orden establecido; simplemente no ven lo nuevo emergente y quedan atrapados dentro de su modo de ver y comprender la realidad.
Es la ceguera culturalmente inducida. Y como con el nuevo pensamiento emergente sienten amenaza, aunque no se dan cuenta de ello, desde el miedo tratan de acallar las voces de lo nuevo mediante mecanismos de negación tales como el cinismo, la oposición, y la distracción siendo todo esto el fenómeno del engaño y el autoengaño como claramente nos explican autores como Jordi Pigem y Otto Scharmer. Como consecuencia de todo este proceso muchísimos dirigentes y pensadores desde hace ya un buen tiempo se están dando cuenta de que es importante y urgente cambiar la dinámica y el rumbo que lleva la sociedad. Empiezan por ello un proceso de indagación profunda que los lleva a ver desde su propio interior lo que antes era invisible, y descubren que existen nuevas posibilidades de relacionamiento y otras formas de organización social las cuales han tomado forma porque provienen de otros modelos mentales y de otras formas de percibir y comprender la realidad. Se dan cuenta de que en muchas comunidades y sectores sociales esos fenómenos ya están ocurriendo, algunos, inclusive, ya se manifestaban en algunas culturas de la antigüedad.
El proceso cultural de la emergencia ha constituido, en boca de muchos un cambio de época (no una época de cambios) que se predijo hace tiempos como el cumplimiento de un ciclo de evolución natural y el inicio de uno nuevo. Un viejo orden muere para darle forma a uno nuevo. Este macrocambio planetario no ocurre en un momento concreto sino que ocurre a lo largo de muchas décadas. Por ello hoy en día nos damos cuenta de que estamos como en una carrera y ante un gran dilema: o colaboramos con las grandes transformaciones a que nos llama la vida (el mensaje que porta el paradigma emergente) o tendremos que sufrir los perjuicios producidos por una gran crisis, dado el daño que los hombres hemos infringido al orden natural de la vida. En cierto sentido pudiera afirmarse que estamos presenciando una “crisis civilizatoria” y “nueva creación”.
Dado el importante papel connatural que tiene la dirigencia en una sociedad, esta nueva emergencia está requiriendo nuevos liderazgos y está requiriendo que el viejo paradigma sobre liderazgo dé paso a uno nuevo basado en la capacidad de lograr sintonización con la inteligencia de la vida, y sobre todo en la armonía interior del dirigente. Es un paradigma que ya está tomando forma en la sociedad humana planetaria, y que es ante todo un liderazgo ecosistémico. Un liderazgo en donde empleemos armónicamente bien nuestro poder personal interior, y por contraste con el empleo de nuestro poder personal para provecho propio, dominando y controlando, actitudes que sabemos ya provienen del ego, y por consiguiente del miedo. Es la sustitución del poder externo por el poder interior (o poder auténtico como lo denomina bellamente Gary Zukav, en su libro El asiento del Alma). En el próximo artículo desarrollaremos algo más sobre este tema.
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