"No podemos resolver los problemas que hemos creado con el
mismo nivel de pensamiento que los creó." - Albert Einstein

En el proceso de evolución de la cultura y de la evolución de la consciencia, encontramos cada vez más personas y grupos que han llegado a comprender que una característica muy sobresaliente de los líderes para el siglo 21 es su compromiso incondicional con la sostenibilidad de la vida en la Tierra, no solo con la sostenibilidad de sus organizaciones o con la sostenibilidad del entorno inmediato.
Es la llegada a una consciencia ecosistémica, a una consciencia de especie y a una consciencia de humanidad. Estamos llegando a la sencilla conclusión de que no seremos sostenibles como organizaciones, ni como especie, si no supeditamos todas nuestras decisiones al ordenamiento mayor de la vida misma. David Korten, en su importante libro El mundo post empresarial[1], sobre la economía necesaria para un mundo sostenible, titula el capítulo 6: “Adoptar la sabiduría de la vida”. Este es un buen ejemplo de la visión que se yergue como necesaria para el futuro inmediato. Allí nos dice: “Una posible vía es imitar las características de un sistema sano… Tal sistema se parecería bastante a una correcta economía de mercado con cabida para una cultura ética y un marco de reglas sensatas establecidas por un gobierno democrático. Nada muy radical. Nada que no nos resulte familiar. Simplemente la práctica de reglas básicas a las que la mayoría de nosotros nos declaramos fieles… Repasemos lo que la historia de la vida nos revela de su antigua sabiduría y consideremos a grandes rasgos cómo esa sabiduría podría traducirse a un marco para repensar y reestructurar la vida económica de las sociedades humanas”. Tal es el tipo de pensamiento que están encontrando útil en términos de contribución a la sostenibilidad, aquellas personas que luego, en cargos de dirección, o en cualquier lugar en organizaciones, van a ser llamadas líderes. Es en esta línea de razonamiento, que se observa la emergencia, aun tímida, de una dirigencia cada vez más consciente de la necesidad de contar con una visión más integral de la vida, una visión ecosistémica y menos egosistémica, y de dirigentes que tienen cierto apetito por comprender más ampliamente las lógicas sobre las cuales deben basar sus decisiones.
Recordemos que en la dinámica de la emergencia de nuevos esquemas de pensamiento colectivo, de nuevos paradigmas, se observa claramente que estos no suelen emerger entre personas y grupos que están muy comprometidos con el pensamiento imperante y establecido, y que quienes empiezan a ver la realidad de otra manera, y empiezan a crear otro mundo posible, son quienes no están en el centro del pensamiento convencional. Por eso no suelen ser personas muy visibles, ni quienes usualmente están en posiciones de dirección en instituciones sociales. Ocurre en personas más libres de explorar fuera del campo de observación que les permite el terreno en el cual se hayan inmersos. Suelen ser personas divergentes que constituyen “singularidades” y que al dedicarse a explorar lo que están percibiendo agudizan su mirada y profundizan la exploración del nuevo territorio convirtiéndose en verdaderos pioneros. Luego, con el tiempo y con la persistencia en tratar de mostrar el mundo de nuevas posibilidades, van permeando el pensamiento de otros y acercándose al centro hasta que las nuevas ideas se conviertan en pensamiento aceptado e incorporado en la cultura. Es un proceso lento que usualmente toma tiempo, una o dos generaciones de personas.
Si miramos a la periferia de nuestro actual sistema, encontraremos gran cantidad de actores sociales (grupos y personas) que están levantando su voz en pro de la vida, y en pro de vivir conforme a las leyes naturales, como por ejemplo la colaboración y solidaridad, que los seres vivos naturalmente evidencian. Dado que somos la vida misma, al ver su transcurrir en el rio de la historia observaremos que ésta siempre avanza y fluye, y además perdura a pesar del trato que en el olvido de lo que somos le hemos dado y a pesar de la dramática extinción de vida que podemos ocasionar.
Si bien se pudiera argumentar que estamos viviendo una época muy oscura en la “civilización humana”, caracterizada por el materialismo, el consumismo y la negación de toda forma de trascendencia, el espíritu de la vida y de nuestro más profundo sentido de humanidad subyace dentro de nosotros y se abre camino para superar los obstáculos que creamos cuando dejamos que reine un estado de inconsciencia que finalmente es de miedo. La pregunta que valdría la pena hacerse es dónde estamos mirando para juzgar lo que creemos estar viendo? Estamos mirando la periferia de la sociedad? Estamos explorando los rincones no tan visibles de la academia, de las organizaciones, de las comunidades silenciosas, de grupos familiares, de los miles de hombres con una rica vida espiritual, y llenos de poder interior en las organizaciones y de los cuales no se habla en los medios de comunicación? Será que la inconsciencia es nuestra? Será que es cierto que vemos lo que queremos ver o que juzgamos al mundo no como es sino como somos? Según Paul H, Ray y Sherry R. Anderson, con datos hasta el año 2000[2], hay más de 50 millones de personas que bien pudieran llamarse como “creadores culturales”, personas en la consciencia de que son seres vivos, y que viven por la vida y para la vida, y están constituyendo un nuevo tipo de humanidad (según otros estimativos pudieran ser muchas más personas quienes, como “masa crítica mínima”, pueden ser una gran fuerza de transformación colectiva). El reciente campo de estudio sobre la emergencia de un nuevo tipo de hombre en la Tierra[3] también analiza ese fenómeno de emergencia, del cual no tengamos noticia quizás por estar nosotros mirando el centro y no la periferia que es donde el futuro se está sembrando.
Los líderes emergentes entienden, desde una visión de interdependencia y complejidad, el impacto que, de una manera u otra, tienen sobre la vida y sobre el rumbo de la civilización humana. Y lo que en este nuevo paradigma se está manifestando progresivamente, sin tanto miedo, es una nueva consciencia la cual está lejos de caracterizarse por ser antropocentrista, y que si logra ubicarnos en una relación de humildad (un importante rasgo del liderazgo) con la Gran Historia[4] del universo, y la razón de ser de la vida misma (como propósito esencial), logrará establecer una relación de amistad, fraterna y solidaria, con toda complejidad de la vida en la Tierra. Sobre más características de este tipo de hombre “nuevo” seguiremos hablando en nuestras siguientes entregas.
[1]Korten, David C, El mundo post empresarial, Barcelona, España: Ed. Granica. 2000, p.187. [2] The Cultural Creatives, Paul H Ray and Sherry Ruth Anderson, Three Rivers Press, New York, 2000. [3] Emergence, The Shift from Ego to Essence, Barbara Marx Hubbard, Hampton Roads Publishing Company, 2001. [4] Concepto utilizado por varios cosmólogos y naturalistas, y que se ha intentado convertir en un “nuevo campo académico”, liderado por algunos emprendedores, en un intento de comprender de manera unificada la historia del cosmos, la Tierra, la vida y la humanidad. Para más información ver Vanessa Thorpe (27 de octubre de 2012). «Big History theories pose latest challenge to traditional curriculum: Maverick academic's 'Big History' – which is backed by Bill Gates – is subject of new documentary». The Guardian.
Comments